Hay una indiferencia extraña cuando
te enfrentas a la belleza, te deja desnudo,
es la emoción del silencio de las piedras, que otros tallaron en tiempos hostiles.
Es como respirar debajo del agua mientras en el cielo llueve.
Hay una indiferencia extraña cuando
te enfrentas a la belleza, te deja desnudo,
es la emoción del silencio de las piedras, que otros tallaron en tiempos hostiles.
Es como respirar debajo del agua mientras en el cielo llueve.
Hay paisajes de infancia
con sus cielos de verano y cerveza
con la nostalgia de los caracoles
que me recuerdan
cuando no me miraba en los espejos
Máscaras donde dejar un cuenco con la tristeza , que hacían visible lo invisible y que atravesaban el latido verde de mis párpados
Después de mi metamorfosis
aprendí a tejer árboles blancos
con las arrugas que me traía la noche
con la incertidumbre de una araña ante su lienzo.
Recorro los adoquines nocturnos bajo el rumor de una ciudad vacía y sin viento, perseguido por el silencio de mis sienes. Soy la huella y el camino.
Al llegar al último recodo del rio
la ballena estaba ahí,
en su fortaleza de hojas vacías
Hubo tinajas que fueron vino,
que fueron susurros de tiempo, algarabía de los sedientos.
Y un día llego el aullido de la tierra
la lluvia silenciosa de las piedras.
La levedad de Pompeya