Como si el agua llevara tu nombre
o las montañas las ramas de tu piel,
dibuje fotogramas de cielo
donde un océano palpitaba silencio verde.
Se abrieron las nubes y surgieron fotogramas de agua y versos de sal
Como si el agua llevara tu nombre
o las montañas las ramas de tu piel,
dibuje fotogramas de cielo
donde un océano palpitaba silencio verde.
De repente se encendieron las luces
y en el panteón de las estrellas brillantes
junto a las estatuas que gritan,
los tatuajes de carne y arena
emprendieron el camino de vuelta.
Soñé con un río de tejados de colores
con calles que acababan en agua.
Soñé con noches de verano
con las albercas mojadas y los pies de barro.
Y en mis sueños,
desde las ventanas,
me alumbraban arcoíris rotos.
Tenía la moral del esclavo
apoyaba sin fisuras al que le golpeaba
al que llenaba de tanques sus sueños
a quien cambiaba sus esperanzas por regalos huecos.
.
Tenía la moral del esclavo
y de sus espaldas no salían alas, sino cadenas.
El azul llueve en los rincones
mientras los besos de ladrillo y barro
agrietan los muros blancos,
y detrás de las persianas azules
en la soledad de las almohadas,
se aman como murmullos de océano
como barcos que se agitan en alta mar.
Nos miraba
como mira la ausencia
con los labios llenos de escombros
con la garganta vacía de tempestades.
Y en su rostro
el despertar de todos los deseos.
Me agota el sonido de los escaparates
el lento despertar de los maniquíes
el desenfreno de las camisas que se ahogan en su estante.
Me agota el sonido del escaparate
los carteles que llaman al desquicio
la multitud de hormigas que devoran las cuencas de mis ojos.
El sueño de los escaparates vacíos: que se nos caigan las alas consumiendo.